Buit habitat [1993]
Instalación
– Institut Valencia de la Dona, Valencia (catl.)
Buit habitat toma como referente la arquitectura interna del recinto de exposición: los dos ambientes individualizados y, en particular, el hueco vacío que se muestra de forma inquietante entre ambos como espacio de transición. Una doble pared marca y diferencia las dos estancias funcionales: la antesala de construcción circular remarcada por arcadas y cúpula central, y el recinto de paredes y ángulos rectos de la sala propiamente dicha; en medio, el espacio neutro sin utilidad. Dos estilos arquitectónicos diferentes, una sala metida dentro de otra, un espacio hueco y vacío, que sin función ni utilidad es mostrado entre la doble pared, y que encuentra en la figura del tokonoma[1] su analogía.
La idea de una pintura «arquitectónica» es sugerida por la forma de montaje y emplazamiento de las piezas, que se disponen en la pared, sobre el suelo o se suspenden en lo alto de un ángulo de la estancia, como cuerpos movibles y mudables. Son, pues, figuras cambiantes, que «habitan» en el esplendor de la penumbra y el vacío de la sala, a la que el espectador se encuentra privado de acceso por las vallas de tubo de acero que impiden su entrada, de tal manera que la visión de su contenido sólo es posible desde el exterior, desde la antesala.[2]
La sala muestra/oculta una columna de cuadros de 100 cm de altura, alzada con 52 piezas desde el apoyo del suelo; una gárgola materializada con 26 cuadros superpuestos, sobresaliendo 50 cm, en lo alto de un lateral de la pared; y una tercera pieza, definida por una serie organizada de cuadros que construye el contorno de un cuadrado de 200 cm de lado o ventana colgada a la pared.
“Gárgola”. 26 cuadros de 27×35 cm, superpuestos uno sobre otro, formando un bloque de 50 cm, realizados con tejido de algodón teñido.
“Columna”. 52 cuadros de 27×35 cm, superpuestos uno sobre otro, formando un bloque de 100 cm, realizados con tejido de algodón teñido.
“Ventana”. 20cuadros de 27×35 cm, superpuestos uno sobre otro, formando un bloque de 200 cm, realizados con tejido de algodón teñido.
[1] «Hueco, oquedad, vacío, el tokonoma elemento esencial del muro, de la morada, del santuario. Categoría estética en la arquitectura japonesa que se confunde insensiblemente con las formas de la contemplación: impresión de estar ante la eternidad, de perder la noción del tiempo» (J.A. Valente, «Pabellón del vacío», Creación, 8, Madrid, 1993, p. 80).
[2]«El cine –sala– es un condicionador mental mayor aún que las películas. Especialmente la arquitectura interior «moderna» de las nuevas salas…, nos dan la imagen de «celda acolchada», o la de imagen «depurada». El confinamiento físico de la sala oscura, como una caja, condiciona la mente de forma indirecta. Contrariamente al ambiente de movilidad y luz que se refleja en el vestíbulo o antesala» (R. Smithson, «La entropía y los nuevos monumentos», en Robert Smithson. El paisaje entrópico. Una retrospectiva 1960-1973, IVAM Centre Julio González, Valencia, 1993, p. 68).